La mayoría de los Pueblos Originarios venimos de sociedades
matriarcales. Las mujeres en nuestros pueblos tienen roles fundamentales como
lo fue la transmisión de nuestras culturas a las futuras generaciones, en
tiempos en que éramos invisibilizados y oprimidos ante el avance de la
conquista y de los Estados sobre nuestros territorios.
Nuestra cosmovisión es circular,
cada ser tiene vida y derecho, por lo tanto los valores se plasman desde el
concepto de la reciprocidad y la complementariedad entre todos los seres. Desde
la invasión europea de nuestros Territorios, la evangelización, el machismo y
nuevas formas de dominación han permeado en nuestros Pueblos quebrantando
nuestro orden social, cultural y cosmológico.
Las mujeres de nuestros Pueblos
fueron explotadas sexual y económicamente por los invasores europeos, consolidando
en la época de la Colonia una doble opresión de las mujeres originarias: cultural
y sexual. La institucionalización de la familia monógama patriarcal, sirvió
como reafirmación de la propiedad privada y de la división del trabajo por
sexo. El machismo y la explotación económica sirvieron al sistema capitalista
colonialista para la dominación global patriarcal, cultural y de clase. Esta
situación de doble opresión explica, en gran medida, que hoy muchas mujeres
originarias sean víctimas del negocio de la trata de personas y sufran
frecuentemente a causa de la violencia de género y el racismo.
El rol jugado por la Iglesia
Católica es central para explicar los reforzamientos mutuos entre el
colonialismo y el machismo. Esta institución fue sostén y justificativo de la
conquista violenta y de la opresión de la espiritualidad y cultura de los Pueblos Originarios . La imposición de una moralidad
sexual eclesiástica, heteronormativa, completamente ajena a los Pueblos
preexistentes, se impuso forzosamente reforzando el lugar de poder de los
hombres y la sumisión debida de las mujeres, débiles o inferiores por
naturaleza y con una función meramente “procreadora”.
En la actualidad, la cuestión del
género, tal como se plantea desde una mirada occidental e impulsada por los
centralismos de poder son una nueva y estratégica forma de operar nuestros
sistemas milenarios de vida para profundizar el colonialismo. El concepto de
“lideresas indígenas” es un concepto acuñado por la ONU en los años ’90, como
otra de sus tantas formas de intervención, el cual no creemos adecuado ya que
promueve las individualidades en desmedro de nuestras formas culturales
colectivas; es una forma más de replicar el colonialismo y el paternalismo, porque
el individualismo también es uno de los valores occidentales que nos ha
atravesado, y que más daño nos hizo a los Pueblos
Originarios .
Como Pueblos-Naciones Preexistentes,
a pesar del genocidio, de la violencia y las imposiciones sufridas desde la
conquista, aún estamos de pie, gracias a la fuerza de nuestros ancestros y seguimos
luchando para desarrollar nuestras identidades territoriales colectivas y
nuestras cosmovisiones, basadas en la reciprocidad y complementariedad, y en el
respeto por cada ser y cada fuerza presentes en nuestros Territorios.
La violencia de género no es algo
nuevo y tampoco termina hoy. Es necesario profundizar el debate y una sociedad
movilizada y comprometida, para construir de forma conjunta y colectiva un
Estado Plurinacional que reconozca esta complementariedad como forma de
superación de todo tipo de violencia y de transformación de las profundas
desigualdades que aún persisten en nuestra sociedad.
¡Por igualdad en la diversidad!
¡Por Memoria, Identidad, Justicia y Territorio!
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