jueves, 1 de abril de 2021

Tartagal, Salta: Pueblo Wichí denuncia desmonte ilegal en sus territorios



La comunidad Territorios Originarios Wichi se ubica en Tartagal, al norte de la provincia de Salta, específicamente a 3 kilómetros hacia el interior de la ruta nacional 86, a la altura del kilómetro 6.
Esta comunidad de monte presenta una forma de vida caracterizada por la cercanía con su entorno natural, siendo sus habitantes, en especial, el cacique Juan de Dios López, un sabio conocedor y guardián del monte nativo.
Mediante una huerta comunitaria se abastecen de alimentos y recorren cotidianamente el monte, desarrollando acciones de reforestación, injertos, entre otras, que son manifestaciones del cuidado e importancia que le brindan a cada especie de árbol que se encuentra en su territorio comunitario.
La problemática del desmonte en la zona se remonta a fines de la década de 1990, cuando comienza un paulatino proceso de ampliación de los emprendimientos agrícolas y forestales.
Puntualmente, en el caso de la comunidad Territorios Originarios Wichi, desde 2017 comenzaron a sufrir un intenso proceso de tala y depredación del monte, estando en la actualidad al borde de ser cercados por emprendimientos sojeros y/o madereros.
Desde ese momento, la comunidad dio inicio a un proceso de resistencia, mediante diferentes acciones, tanto jurídicas como comunicacionales, con el acompañamiento de la organización de mujeres indígenas ARETEDE y Radio Comunitaria La Voz Indígena.
Han presentado denuncias a la policía en diferentes ocasiones desde 2017, llegando en 2018 a presentar una denuncia incluso en la Fiscalía Penal. Ese mismo año se solicitó la intervención de la Secretaría de Ambiente, la cual constató la tala a través de una visita y la elaboración de un acta.
El acta de inspección N° 042-000942 realizada por la Secretaría de Ambiente el 6 de septiembre de 2018 manifiesta lo siguiente: “la Policia Rural y Ambiental N°4 de la localidad de Tartagal, habiendo constatado la existencia de ejemplares cortados de cébil y palo blanco en las coordenadas geográficas referidas”. De este modo, se pudo verificar la existencia de tala en el territorio comunitario.
La comunidad fue relevada por el Equipo Técnico Territorial previsto por la Ley de Ordenamiento Territorial 26.160 en diciembre de 2016, a fin de reconocer sus territorios comunitarios. Finalmente, luego de una larga espera, el 10 de marzo de 2021, técnicos del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas hicieron entrega de la carpeta técnica territorial, mediante la resolución 2019/58, que reconoce 593 hectáreas de posesión comunitaria correspondiente al uso tradicional, actual y publico del territorio.
La mencionada resolución resuelta por el INAI, establece que “se reconoce la ubicación actual, tradicional y pública, de la comunidad Territorios Originarios Wichi, perteneciente al pueblo Wichi, ubicada en el departamento San Martín, provincia de Salta, respecto de la superficie georeferenciada”.
Como consecuencia de la intensa resistencia de la comunidad y del acompañamiento brindado por la organización ARETEDE y el equipo de apoyo técnico de dicho colectivo, se inició un proceso de litigio judicial contra el desmonte, el cual el 30 de diciembre de 2019 arrojó su primer resultado positivo: la medida cautelar de prohibición de innovar.
Esta medida tomada por el Juzgado en lo Civil y Comercial N° 1 de Tartagal, establece “hacer lugar a la medida cautelar, y, en consecuencia, ordenar, previa caución personal, la prohibición de innovar, debiendo los demandados y/o a quienes estuvieran realizando los actos turbatorios, suspender la ejecución de los mismos, y de todas aquellas actividades, acciones que alteren o modifiquen la situación de hecho en el territorio”.
Asimismo, se deja sentado que los actos turbatorios denunciados consisten en la “tala del bosque nativo, colocación de alambrado, ingreso de ganado vacuno”.
A pesar de todas estas medidas y denuncias realizadas, la situación en el monte no ha mejorado. En el año 2020, una comunidad que se asienta en las 593 hectáreas reconocidas se vio amenazada por una empresa sojera, la cual busca instalarse en el mismo territorio.
Este año, la comunidad Territorios Originarios se enfrenta nuevamente a la tala del monte y al ingreso de camiones que se llevan gran cantidad de especies consideradas invaluables para la comunidad, puesto que los árboles, animales y demás componentes del monte, son para ellos integrantes de sus vidas como comunidad wichi. Es decir, que no son un ente inanimado, todo lo contrario, son seres con los que comparten la vida y que tienen una existencia más allá de la separación entre naturaleza/cultura.
Debido a la resistencia que la comunidad y el equipo de acompañamiento oponen a la depredación del monte, tanto los integrantes de la comunidad como una compañera antropóloga han sido amenazados por diferentes personas cercanas a los emprendimientos madereros y sojeros. Estos hechos han sido denunciados también ante la policía.
La tala indiscriminada y el perjuicio ocasionado en la comunidad puede resumirse en los siguientes aspectos:
1- En la consecuencia directa sobre la producción comunitaria y actividades tradicionales, para las que el monte es elemental en función de la continuidad de los mismos. Teniendo en cuenta la intensidad de la actividad maderera, la comunidad se ha dedicado a tareas de reforestación, pero cada vez más talan arboles pequeños que la misma comunidad ha sembrado.
2- Por la importancia cultural y simbólica de los alimentos del monte que impactan en la reproducción socio- organizativa del pueblo Wichi.
3- Por el acceso al conocimiento de medicina tradicional, asociado a antiguos conocimientos de los Wichi.
4- La presencia del monte resulta fundamental para la producción de oxígeno en zona de alta producción de monocultivos, así como para impedir los movimientos de suelos y las inundaciones que se verifican cada vez con más intensidad en la ruta 86.
5- Finalmente los miembros de la comunidad sufrieron grandes padecimientos espirituales al ver que extraños habían ingresado a sus tierras con motosierras, tractores y camiones, a destruir sus árboles, arbustos, campos de cultivo, modificando definitivamente el paisaje natural y tradicional en los que sus ellos y sus abuelos crecieron y se desarrollaron de acuerdo a sus propias pautas culturales.
6- Los ancianos, niños y niñas, jóvenes y adultos de la comunidad sufrieron los efectos del accionar ilícito, que se tradujo en angustias, tristeza, impotencia, y sentimientos de humillación y avasallamiento de su cultura.
 
FM Comunitaria La Voz Indígena
#Vivimosconelmonte
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