miércoles, 3 de junio de 2015

ANTE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER ORIGINARIA: PROTECCIÓN COLECTIVA Y RESGUARDO DE LA IDENTIDAD CULTURAL.


La mayoría de los Pueblos Originarios venimos de sociedades matriarcales. Las mujeres en nuestros pueblos tienen roles fundamentales como lo fue la transmisión de nuestras culturas a las futuras generaciones, en tiempos en que éramos invisibilizados y oprimidos ante el avance de la conquista y de los Estados sobre nuestros territorios.

Nuestra cosmovisión es circular, cada ser tiene vida y derecho, por lo tanto los valores se plasman desde el concepto de la reciprocidad y la complementariedad entre todos los seres. Desde la invasión europea de nuestros Territorios, la evangelización, el machismo y nuevas formas de dominación han permeado en nuestros Pueblos quebrantando nuestro orden social, cultural y cosmológico.

Las mujeres de nuestros Pueblos fueron explotadas sexual y económicamente por los invasores europeos, consolidando en la época de la Colonia una doble opresión de las mujeres originarias: cultural y sexual. La institucionalización de la familia monógama patriarcal, sirvió como reafirmación de la propiedad privada y de la división del trabajo por sexo. El machismo y la explotación económica sirvieron al sistema capitalista colonialista para la dominación global patriarcal, cultural y de clase. Esta situación de doble opresión explica, en gran medida, que hoy muchas mujeres originarias sean víctimas del negocio de la trata de personas y sufran frecuentemente a causa de la violencia de género y el racismo.

El rol jugado por la Iglesia Católica es central para explicar los reforzamientos mutuos entre el colonialismo y el machismo. Esta institución fue sostén y justificativo de la conquista violenta y de la opresión de la espiritualidad y cultura de los Pueblos Originarios. La imposición de una moralidad sexual eclesiástica, heteronormativa, completamente ajena a los Pueblos preexistentes, se impuso forzosamente reforzando el lugar de poder de los hombres y la sumisión debida de las mujeres, débiles o inferiores por naturaleza y con una función meramente “procreadora”.

En la actualidad, la cuestión del género, tal como se plantea desde una mirada occidental e impulsada por los centralismos de poder son una nueva y estratégica forma de operar nuestros sistemas milenarios de vida para profundizar el colonialismo. El concepto de “lideresas indígenas” es un concepto acuñado por la ONU en los años ’90, como otra de sus tantas formas de intervención, el cual no creemos adecuado ya que promueve las individualidades en desmedro de nuestras formas culturales colectivas; es una forma más de replicar el colonialismo y el paternalismo, porque el individualismo también es uno de los valores occidentales que nos ha atravesado, y que más daño nos hizo a los Pueblos Originarios.

Como Pueblos-Naciones Preexistentes, a pesar del genocidio, de la violencia y las imposiciones sufridas desde la conquista, aún estamos de pie, gracias a la fuerza de nuestros ancestros y seguimos luchando para desarrollar nuestras identidades territoriales colectivas y nuestras cosmovisiones, basadas en la reciprocidad y complementariedad, y en el respeto por cada ser y cada fuerza presentes en nuestros Territorios.

La violencia de género no es algo nuevo y tampoco termina hoy. Es necesario profundizar el debate y una sociedad movilizada y comprometida, para construir de forma conjunta y colectiva un Estado Plurinacional que reconozca esta complementariedad como forma de superación de todo tipo de violencia y de transformación de las profundas desigualdades que aún persisten en nuestra sociedad.

¡Por igualdad en la diversidad!

¡Por Memoria, Identidad, Justicia y Territorio!



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