En tiempos pasados nuestros líderes Kalchakí, Kajfvkura, Chelemin, Viltipoco, Likar, Kipildor, Meguesoxochi, Lefxaru, Tomás Paniri, Tupac Amaru, Bartolina Sisa, Andresito Guacurarí, hombres y mujeres que supieron escuchar las demandas de sus Pueblos y guiarlos en la lucha para volver a ser pueblos libres y soberanos, supieron aliarse más allá de las fronteras y las culturas con otros pueblos originarios de tierras lejanas y con los patriotas de la Revolución de Mayo, como Miranda, Belgrano, Güemes, Artigas, Castelli, Moreno, Juana Azurduy, Sucre, Bolivar, O´Higgins, San Martín, Dorrego y Monteagudo, para luchar unidos por la emancipación continental.
Las cruentas dictaduras militares de los años 70 y los años de neoliberalismo y espejitos de colores que siguieron después, fueron digitados en su totalidad por los países imperiales a través del Plan Cóndor con la complicidad de algunos socios cipayos que supieron encontrar en nuestra región –la elite oligárquica, las corporaciones financieras y los monopolios mediáticos– condujeron a la destrucción de nuestra soberanía, profundizaron el robo de nuestras raíces y de nuestra identidad como región y llevaron a su máxima expresión el saqueo ilimitado de nuestras riquezas naturales.
Después de esos años de oscuridad, el día en que Néstor Kirchner bajó el cuadro del dictador Rafael Videla, enalteciendo las banderas de los Derechos Humanos, nosotros entendimos que había llegado un nuevo tiempo, en el que sería posible avanzar en una construcción política para todos y todas, que contemple a todos los pueblos-naciones que somos parte de este país, con igualdad en la diversidad, y redistribución de la tierra y la riqueza.
Las políticas impulsadas por este gobierno se enmarcan en el nuevo camino emprendido por muchos gobiernos de la región, de reparación histórica y de justicia social, en busca de una identidad propia, dando la posibilidad de imaginar nuevos Estados que reflejen y representen genuinamente a los hombres y mujeres de nuestra región, dejando de mirar al norte y a los centralismos de una buena vez para reconstruirse desde su propia esencia.
Hemos acompañado de cerca las distintas batallas libradas a partir del nuevo rumbo elegido, tal es el caso de la propuesta de la Resolución 125 y la defensa de este proyecto frente al intento desestabilizador de los terratenientes, con la Sociedad Rural a la cabeza y la sangre de nuestros hermanos y hermanas en sus manos, aquellos mismos enemigos de nuestros héroes y de cualquier posibilidad de emancipación y soberanía.
Desde la conquista, las potencias imperiales quieren imponer su cultura, sus tiempos, sus modelos de “progreso y desarrollo”, en desmedro de nuestras raíces y nuestra identidad. La colonialidad sigue presente desde las industrias culturales hasta las políticas intervencionistas y militares, digitadas por los países “centrales”, los poderes económicos de las multinacionles, agentes de poder engañosos ya que ni siquiera poseen fronteras identificables, y a ellos se suman sus socios cipayos locales que los invitan a sentarse a la mesa cual invitados de honor y servirse de nuestras riquezas regionales.
¿Con qué moral el gobierno español osa señalar con su índice inquisidor las medidas tomadas por la Presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner para recuperar aquello que nos pertenece como Estado argentino? ¿Se olvida el gobierno español y los estados europeos que tienen una deuda histórica con los Pueblos Originarios y con América?
Ante la privatización de YPF en los años nefastos, los primeros afectados fuimos los Pueblos Originarios , quienes nos vimos enfrentados a multinacionales que sin ningún tipo de Participación y Consulta, violan nuestros derechos fundamentales y se abocan al saqueo de nuestros territorios y a la persecución de nuestros hermanos que se oponen a tan violenta intromisión.
Hoy, más que nunca, la nacionalización de YPF es un gran paso hacia la recuperación de la soberanía, recobrando el manejo de un recurso geopolíticamente estratégico para el desarrollo del país.