Nosotros,
Pueblos Naciones originarias preexistentes, poseedoras cada una de un idioma y
una cultura milenaria, siempre subestimada y ninguneada por los conquistadores.
Declaramos
nuestro más enérgico repudio a las opiniones y conceptos vertidos por parte del
Ejecutivo argentino en la apertura del Congreso Internacional de la Lengua
Española, el pasado 27 de marzo del corriente año. Estas expresiones solo
demuestran una vez más el profundo odio y desprecio racial que nos tienen.
Repudiamos
el circo lingüístico y la puesta en escena de convocatorias con el solo
propósito de rendir pleitesías y eternizar un sistema monárquico anacrónico y
acabado.
Nos
encontramos en la actualidad gobernados por una oligarquía que, enquistada en
el poder, condena al pueblo a la pobreza y a la miseria, nos niega a los
Pueblos Originarios nuestra identidad y nuestro derecho al territorio, nos
reprime y nos mata por el solo hecho de cuidarlo, protegerlo y defenderlo, y nos aplica una
justicia de y para blancos, demonizando y persiguiéndonos por ser originarios
para justificar cada atropello.
A esta
oligarquía le decimos que no aceptamos sus imposiciones lingüísticas, les
exigimos restituir a cada nación originaria su identidad y territorio, que nos
restituyan la palabra y el habla que nos fuera extirpada y prohibida como parte
del proceso de conquista y colonización. La colonización no es parte del
pasado, sino que está vigente en este tipo de actos y réplicas discriminatorias,
como los que han tenido lugar recientemente en el llamado Congreso
Internacional de la Lengua Española. El retomar la palabra en primera persona
como actores políticos, colectivamente organizados
no es más que la restitución de un derecho que nos fuera prohibido y un
reconocimiento como Sujetos de derecho.
Los Pueblos
Originarios exigimos que Occidente repare el daño y el ultraje perpetrado en
América desde la colonización hasta estos días. Es necesario que los Estados blancos
y los gobiernos de cada país se hagan cargo de los atropellos que infligieron e
infligen a nuestras hermanas y hermanos en toda América, reconociendo ante el
mundo el genocidio y etnocidio producido. Más de 90 millones de originarios asesinados
por la usura y la ambición. El mayor genocidio de la historia.
Solo en ese
reconocimiento podremos comenzar a reparar y sanar las heridas profundas que
sufrimos a lo largo de la historia colonizadora, para retomar nuestro camino de
libertad y de Buen Vivir en Interculturalidad y Plurinacionalidad.
Juntos por
Memoria, Identidad y Territorio.